​Partido político

En sus orígenes, que datan aproximadamente de hace dos siglos, estas agrupaciones surgieron desde la misma sociedad, cuando el interés por la participación en el gobierno o en la tarea de legislar era apremiante ante las decisiones impopulares de monarquías o aristocracias. Algunos se integraron para participar en la cosa pública y otras buscaron simplemente la defensa de sus intereses ante élites políticas cerradas, que ignoraban los problemas y necesidades de amplios sectores sociales.

Los partidos son fenómenos políticos que deben ser entendidos de acuerdo con su contexto. En el origen, fueron vistos con desconfianza: por dividir a la sociedad, por representar públicamente intereses particulares, por convocar al pueblo a la acción política inédita y a veces revolucionaria. Después de alcanzado su objetivo de obtener el poder por encima de reyes y oligarquías, mostraron capacidad para atener los reclamos sociales y dar respuesta o, por lo menos, posibilidad de solución a problemas sociales y del mismo funcionamiento de los regímenes políticos.

Hubo partidos al margen de las reglas de los regímenes e incluso adoptaron una postura de confrontación, derivada de la condición de clase de sus bases y de la misma situación política prevaleciente. Con el tiempo, las sociedades se transformaron y los partidos también. Casi en paralelo a las organizaciones integradas por personas del sexo masculino, libres y con las condiciones socioeconómicas suficientes para ejercer la acción política, surgieron partidos con una extensa membresía, producto de la acción directa de agrupaciones de trabajadores de la ciudad y del campo, creciente conforme se fue ampliando el derecho al sufragio y el reconocimiento de derechos políticos para la ciudadanía (principalmente para las mujeres) y con la valoración positiva de los partidos como instrumentos de representación política.

La diversidad de partidos reveló el pluralismo de la sociedad en todo el mundo. Sus identidades ideológicas (ese conjunto de intereses comunes pero específicos de un segmento de la sociedad) se expresaron de manera libre aunque no necesariamente de forma pacífica. El predominio de la democracia facilitó el protagonismo de los partidos por encima de otros actores cuyo comportamiento no fue siempre democrático.

En la segunda mitad del siglo XX, los partidos se erigieron en sujetos fundamentales en la lucha y el ejercicio del poder. La democracia facilitó que prácticamente todos ocuparan el gobierno, incluso los más pequeños, con poca inserción social o con la preponderancia en su seno de liderazgos personalistas o élites poco o nada democráticas.

La competencia por el poder se hizo costumbre y, en consecuencia, se generaron nuevos problemas para la representación mediante partidos. El cambio tecnológico dio un peso inédito a los medios masivos de comunicación (así como el que ahora tienen las redes sociales digitales), la búsqueda del voto de la ciudadanía más allá de otros fines partidistas (por ejemplo, por banderas de gremio o sector, e incluso por la consecución de grandes utopías para la humanidad), los hizo más pragmáticos, agrandó el peso de los liderazgos y los empujó a adoptar prácticas escasamente democráticas (como distintas formas irregulares de atracción del voto).

De este modo, los partidos se hicieron más electorales y más comprometidos con el orden establecido que con los intereses sociales y con la transformación de un orden mejor, fuera político o social. También ya no fue tan relevante si un partido era de cuadros o de masas, de clase o de élites, de izquierda o de derecha, puesto que sus comportamientos siguieron el miso patrón como si fueran una más de las instituciones del estado y no como genuinos representantes de los intereses de la sociedad.

Por eso, en la actualidad, los partidos son considerados como parte de la crisis de representación política que vivimos desde hace varias décadas. No es una crisis de la democracia, como suele suponerse, sino de las distintas formas de intermediación entre gobierno y sociedad. Los partidos emergieron como formas de representación de intereses sociales y, principalmente en democracia, cumplieron tareas de gobierno, es decir, funciones de carácter político y por ello su vigencia (pese a todas sus taras y debilidades).

De la misma manera en que no fueron los únicos mediadores en el paso, los partidos ejercieron el poder sin estar libres de la influencia de otros actores sociales o políticos, como el empresariado, las iglesias, los gobiernos extranjeros, las fuerzas armadas y, recientemente, grupos de la delincuencia organizada. La debilidad de los partidos ante cualquiera de estos actores es un hecho cada vez más común, sobre todo en el espacio local en ciertas regiones del mundo (como en América Latina) y en países como México.

Los desafíos que los partidos enfrentan en la actualidad vaticinan un futuro nada prometedor para ellos y para la democracia. Y sin embargo, es gracias a ellos que dicha forma de gobierno funciona sin la intervención directa de los actores mencionados, de líderes personalistas potencialmente totalitarios o de grupos de poder interesados en restaurar formas de gobierno distantes del bienestar general: monarquías, tiranías, aristocracias u oligarquías que en modo alguno posibilitan el ejercicio de la libertad al mismo tiempo que el disfrute de la igualdad social. Tampoco la democracia ha sido capaz de lograr esto (y por ello los partidos son vistos con desconfianza en nuestros días). Y sin embargo, continúan siendo los principales recursos que se tienen para dirimir diferencias, sumar mayorías y gobernar sin violencia, sin convocar a una divinidad, a un liderazgo, una vanguardia. En todo caso, es preciso reinventarlos o crear nuevas formas organizativas para la plena representación y participación de todas y todos siempre en la búsqueda del ejercicio de la libertad y el florecimiento de la igualdad.

​Fuentes de consulta

Bobbio, Norberto (1996), Derecha e izquierda, Madrid, Taurus.

Duverger, Maurice (1957), Los partidos políticos, México, FCE, varias eds.

Gunther, Richard y Larry Diamond (2001), “Types and Functions of Parties”, en Diamond, Larry y Richard Gunther (eds.), Political Parties and Democracy, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, pp. 3-38.

Katz, Richard y Peter Mair (2018), Democracia y cartelización de los partidos políticos, Madrid, Catarata.

Mair, Peter (2015), Gobernando el vacío, Madrid, Alianza Editorial.

Müller, Wolfgang y Kaare Strom (eds.), Policy, Office, or Votes? How Political Parties in Western Europe Make Hard Decisions, Cambridge, Cambridge University Press.

Panebianco, Angelo (1990), Modelos de partidos, Madrid, Alianza Editorial.

Sartori, Giovanni (1980), Partidos y sistemas de partidos, Madrid, Alianza Editorial.


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